Revista 21
CUENTOS INFANTILES Y JUVENILES PREMIADOS EN LA
VIª EDICIÓN DEL PREMIO «BRIAREO» DE CUENTOS
- III Época
- Diciembre 2008
- Por Aspas Manchegas
- 185 lecturas
UNA VIDA SOBRE LOS VIENTOS
Tatiana Cazorla Cabezas (Accesit 1-Categoría Juvenil, Algeciras)
Cuando vi a aquel monstruo asesino, un gigante con corazón de hierro forjado, cernirse sobre mí, me vino a la mente una historia. Todo el mundo tiene una historia y yo vi pasar la mía ante mis ojos, como suele decirse. Al principio le vi venir de lejos. El estruendo y el rastro de polvo y destrucción que dejaba a su paso lo delataban. Me hice a la idea de que mi fin se acercaba y acudieron a mi mente dos personas: mis padres, mis mentores.
Mi nacimiento fue todo un acontecimiento. Todo el pueblo vino a verme, atentos a mis primeros movimientos, a mis primeros quejidos. El orgullo y la ilusión se reflejaban en sus caras, que yo observaba extrañado e interrogante. Mis ojos se abrían a un mundo nuevo, lleno de posibilidades y esperanzas. Lo que yo no sospechaba era que ese mundo tenía puestas más esperanzas en mí de las que yo tenía puestas en él.
Con el tiempo, verme por la calle se fue convirtiendo en algo cotidiano y la expectación en sus rostros se volvió cordialidad y tranquilidad. Era un pueblo y todo el mundo trabajaba para el bien de todos. Así que, bajo la tutela de mis padres, pronto aprendí a ser útil al resto del pueblo. Aprendí un oficio que llevo ejerciendo desde entonces: molinero. Yo me encargaba de transformar las semillas de trigo de oro en harina, que luego se transformaba en otras muchas cosas, en un proceso que me estaba vetado, eso era la responsabilidad de otro. Cierto era que todos colaborábamos, pero también lo es que cada uno se limitaba a su trabajo, sin cuestionar el de los demás y sin meter las narices en ellos. Si nacías en el seno de una familia pastelera hacías pasteles, si lo hacías en el de granjeros cuidabas de la granja y yo nací de padres molineros.
Ya casi podía vislumbrar el oscuro destino que me esperaba en las pupilas de aquel gigante que me amenazaba con su honda, cual opuesto de aquella fábula de David y Goliat, en la que el pequeño había crecido hasta aquellas desmesuradas proporciones, siempre honda en mano, y el grande había menguado y esperaba paciente su destino, pues ya sabía el final de la historia.
Los hijos suelen sobrevivir a sus padres y en mi caso no fue una excepción. Recuerdo aquel triste día. Llovía, como en casi todos los días fúnebres, como si el cielo se apiadara de ti y se uniera llorando esas lágrimas frías que al caer a la Tierra entonan una melodía celestial. Los recuerdo en sus cajas de pino, adecuadas para un par de aldeanos trabajadores y honrados, pero pobres. Aún puedo sentir la tierra removida a mis pies, aún puedo oír el sonido de la tierra al caer sobre las cajas … Los días que pasaron tras ese terrible momento fueron días plácidos, demasiado tranquilos. En otras palabras, días sin viento. No pude trabajar pues por mis ventanas no entraba ni un soplo de mediodía, ni de cierzo, ni de toledano.
Nada entraba por las ventanillas de solano alto, ni por solano fijo u hondo. Por moriscote nada e igual ocurría con matacabras. Se habían callado el ábrego hondo y el alto. Parecía que la vida se había detenido. Pronto el pueblo se quedó sin harina y sin harina, no había pan y sin pan, había hambre. Los aldeanos lloriqueaban a mi puerta, pero nada podía hacer yo. El viento había muerto con mis padres. No obstante aquella situación no duró demasiado y pronto todo volvió a la normalidad. Hasta que cayó el primero … El terrible gigante ya zarandeaba sus brazos temibles y sus puños amenazantes me prometían más dolor del que hubiera sentido nunca. Pero eso ya poco importaba pues yo estaba sumergido en la historia de mi vida y vagaba por aquellos años de mi vejez.
Había oído de boca de la mujer del panadero que al otro lado de la colina otros molineros, de los cuales yo ya había oído hablar estaban renunciando a su vida, su oficio y, con su molino hecho ruinas, mi graban hacia otros lares donde la vida prometía más alegrías y menos suplicios. Yo ya había oído hablar de aquel utópico paraíso. Lo llamaban ciudades y decían de ellas que la gente se agolpaba en casas pequeñas y en calles estrechas, que de pájaros no se oían allí ni un solo trino, que no era azul su cielo pero que abundaba lo que todo el mundo ansiaba, dinero.
Por el desuso y el abandono caían muertos los demás molinos y en sus ruinas podían apreciarse todavía la tristeza de sus llantos mientras esperaban a unos amos que no volvían. Pero nada podía hacer yo, ya viejo y cansado. Seguí con mi trabajo hasta el último momento y mientras el agricultor me trajera trigo. Pasé mi vejez escuchando que crecían las ciudades, que se acercaban a los pueblos comiéndole el terreno al campo y viendo como los aldeanos se iban, uno a uno, a sus fauces. Hasta que ya un día, no volvió el agricultor con su saco de semillas de oro. Incluso entonces esperé, demasiado arraigado a mis cimientos como para darle la espalda tras tanto tiempo. Seguí aquí incluso cuando las ratas del tiempo empezaron a corretear mi interior, incluso cuando la vejez hacía chirriar cada uno de mis huesos y articulaciones. Seguí aquí sobreviviendo a través de los tiempos.
Abrí los ojos, y a través de una vista empañada por lágrimas de miedo, vi como el gigante lanzaba sobre mí su puño de hierro. El primer golpe cayó en mis brazos, y crujieron las aspas, se quebraron y cayeron al suelo. Ya no las volvería a alimentar el viento. Entreabrí un ojo y vi la locura en sus ojos inanimados y cayó el segundo golpe. En mi cabeza retumbaron el mazazo, los recuerdos y los años. Noté como el cráneo se me partía y caían al suelo los ladrillos que pusieron hay mis antepasados, justo encima de los lirios que habían crecido sobre la tumba de mis padres a mis pies, a los pies de su hijo no engendrado.
Volví a atreverme a mirar la muerte a la cara y vi la honda del gigante David lanzarse sobre mí, un pequeño Goliat. Entonces, la piedra dio en mi alma y quebró mi cuerpo mutilado.
Mientras caían mis huesos de piedra al suelo me pregunté cuán loco estuvo Don Quijote al confundir los molinos con gigantes malvados, sin saber que la verdadera maldad se escondía tras aquellos humanos enanos.
FIN
RECUERDOS DE DOS MOLINOS
Ana Luz Martínez-Bascuñana López (Accesit 3-Categoría Juvenil, Mota del Cuervo)
IRAK- Hola Gigante.
GIGANTE- Buenas noches IRAK.
IRAK- ¿Qué haces? Parece que te veo un poco apagado.
GIGANTE- Pues …. Si chico; estoy aquí dándole vueltas a la vida.
IRAK- ¿Y cómo te has puesto así?
GIGANTE- Pues nada estaba tan tranquilo y de repente me ha dado en las aspas un montón de papelotes y he cogido uno y al leerlo me he puesto melancólico.
IRAK- ¿Pues de qué es el papel?
GIGANTE- Va de un supermercado de estos de ahora tan grandes, que venden De todo.
IRAK- Tienes razón ojo como han cambiado las cosas; bueno todo tu te das cuenta la de coches que hay; las casas que si una tiene una antena la otra tiene dos y así todo; las luces del pueblo etc. Etc.
GIGANTE- Calla … calla que anoche no pude pegar ojo; estaba viendo las luces del pueblo y de buenas a primeras veo que la calle mayor casi no la veo ¡Hasta que me convencí de que han cambiado las luces!
IRAK- Así no me he dado cuenta.
GIGANTE- Pues han puesto faroles estilo manchegos, están hermosos míralos pero chico alumbran menos.
IRAK- Tienes razón, pero te acuerdas cuando cada casa tenía una bombilla en la puerta y al anochecer la encendía la gente, por que no había alumbrado público.
GIGANTE- Si me acuerdo sí yeso me hace ponerme triste, ya que veo que me voy haciendo viejo.
IRAK- Calla hombre, si eso es lo bueno poder acordarte de las cosas si no te acuerdas es que has vivido poco yeso a nosotros no nos pasa y volviendo a lo de antes que ponía en el papel del supermercado.
GIGANTE- Va ofertas Claro que vaya ofertas desde lo del euro madre mía como están los precios. (eso es lo que dice la gente por aquí).
IRAK- Si por aquí dicen lo mismo. ¿Te acuerdas cuantas tiendas había antes?
GIGANTE- Que sí me acuerdo como no me voy ha acordar, tenías que ir a cada sitio a por una cosa y ahora .
IRAK- Ahora, ahora que antes eran unos tiempos y ahora otros ó es que antes estabas mejor que ahora.
GIGANTE- No si antes no estaba mejor, mira estaba esto lleno de escombros y mierda (con perdón) y ahora os están arreglando a todos y hasta va haber una escuela taller para arreglamos y adecentar todo esto ¡Como íbamos a estar antes mejor!
IRAK- ¿Quieres que nos distraigamos recordando las tiendas que había y las cosas que había antes?
GIGANTE- ¡Vale! Haber si me animo y haber de cuantas cosas nos acordamos.
IRAK-Venga empieza tú.
GIGANTE- La del hermano Ladislao (que ha estado abierta hasta hace cuatro días), la de la hermana Nemesiana, y la tienda de Ulpiano y la del hermano Bobillo.
IRAK- Ah Y te acuerdas también de reyes y las pastelería de Mojicón, y la de Ramón.
GIGANTE- Y cuando Butaca vendía sardinas por la calle pufft si le pillan ahora los de sanidad.
IRAK- Y los bares, el de Canuto que menudos alones hacía, y el bar de Barrena, el bar de Clinio que aún sigue.
GIGANTE- Pero no solo han cambiado los bares y las tiendas también ha cambiado la agricultura.
IRAK- Vaya antes, con las mulas, las trillas; segaban con la hoz y ahora un tractor más grande que una casa y una cosechadora más grande que un castillo lo hacen todo polvo en 2 minutos.
GIGANTE- Si supieran los viejos que las trillas que les costaron 100 pesetas. Hoy las pagan a más de 300 euros.
IRAK- Pufft. ¿Y nosotros qué? Antes moliendo trigo para hacer harina todos los días y ahora somos museo y centro de turismo.
GIGANTE- Pues la verdad es que se esta mejor de museo.
IRAK- y te acuerdas cuando los cantareros iban a Madrid a vender los cantaros con el carro y la mula y tardaban una semana . .Y ahora creo que lo hacen en 1 hora y 30 minutos.
GIGANTE-¿ y ahora que? Que antes nos comunicábamos nada más que con cartas y ahora que si SMS, e-mail, teléfono móvil, MSN,
IRAK- Que le vamos a hacer antes no existía de todo eso.
GIGANTE- ¿Y las TV? Te acuerdas cuando en casa de Lorenzo Garbi y Eloisa tenían tele y se les llenaba la casa de chicotes haber la TV.
IRAK- Ah Y solamente estaba la primera pero ahora hay unos 15 canales más o menos, sin contar la TDT, Canal +, la Disney channel …
GIGANTE- Pero hermoso que me estas desorientando con esos nombres que yo soy muy anciano.
IRAK- y yo también me pierdo pero chico esto es lo que hay, para atrás no vamos a volver.
GIGANTE- ¡Ni Dios quiera!
IRAK- Pufft, que sed me esta entrando y hablando de sed te acuerdas de que antes había dos fábricas de gaseosas y ahora no hay ninguna.
GIGANTE- Si me acuerdo si y bien ricas que estaban.
IRAK- y cuando íbamos al cine de pirata con la gaseosa fresquita que bien se pasaban las tardes, aunque era mejor ver el cine desde el gallinero que les tiraban las pipas a los de abajo.
GIGANTE- Pero fíjate todo lo que hemos avanzado que si las tiendas, agricultura etc, pero en otras cosas hemos retrocedido en algunas cosas ahora no hay ni fábricas de gaseosas ni cine.
IRAK- ¡Ah si! Creo que ahora en el cine han puesto una tienda de todo a cien, y creo que la ha puesto un matrimonio pero no uno cualquiera uno de China.
GIGANTE- ¿Qué hay Chinos en la Mota? Pues yo pensaba que solo había en Madrid, Barcelona, Benidorm
…..
IRAK- No son los únicos extranjeros que se han «montao» una tienda en la Mota.
GIGANTE- ¿Pero que hay más?
IRAK- ¿Qué si hay más? Hay un bar que los dueños son de Rumania, otro bar Que lo tienen unos ecuatorianos, luego también el locutorio lo tiene un rumano …
GIGANTE- Pues no sabía que había tanta gente de sitios tan diversos. IRAK- Pues ya ves.
GIGANTE- ¡Ojo lo que han cambiado las cosas en 40 años!
IRAK- Y quien sabe si el día de mañana tenemos que estar hablando de otros cambios comparando los de ahora.
GIGANTE- Pues eso digo yo ¿Quién sabe?
IRAK- Con tanto recordar y comparar me ha entrado un sueño.
GIGANTE- Pues ahora que lo dices a mí también me ha entrado un sueño Tremendo.
IRAK- Bueno hasta mañana.
GIGANTE- Pues mañana seguiremos hablando, buenas noches.
FIN
UN NIÑO LLAMADO RODRIGO
Alba Mayorga Rodrigo(Accesit 1-Categoría Infantil, Mota del Cuervo)
Hace mucho tiempo vivió, en un pequeño pueblecito, un niño llamado Rodrigo.
Este niño soñaba con ser dueño de un fabuloso castillo, de luchar contra gigantes y de ganar la batalla a los fieros dragones.
Era hijo de un humilde molinero, y allí, en el molino, pasaba su niñez mientras soñaba con su gran futuro. Creció y se hizo mayor, entrenó, se esforzó y consiguió, por fin, ser un gran caballero. Se casó con una linda muchacha llamada Jimena y fueron felices hasta que un día en el que Don Rodrigo salió con su caballo Babieca a da un paseo, un fiero dragón atacó a su esposa. Se la llevó al molino que estaba situado al otro extremo de la montaña. Cuando Don Rodrigo llegó su castillo descubrió que estaba destrozado y exclamó: «Este desorden lo ha debido provocar Amador, ese dragón es un tragón y no sabe que hacer para conseguir su cena».
Don Rodrigo reunió a su pueblo y les contó lo que había sucedido. Idearon un plan, hicieron una enorme tarta de manzana y entre todos la llevaron al molino. Cuando llegaron, Amador el dragón, olió la tarta y asomó su majestuosa cabeza por entre las aspas del molino.
- ¡Don Rodrigo! –Exclamó el dragón-
«Te devolveré al Jimena si me regalas la tarta»
- «Yo te daré la tarta si hacemos un trato» – Dijo Don Rodrigo.
- «Si nos ayudas en invierno calentarnos, manteniendo el fuego y en verano a soplar las aspas del molino para poder moler el trigo y hacer harina, te prometo que todos los días tendrás algo que comer».
Así lo hicieron, llegaron a ese acuerdo y Amador mantenía los fuegos encendidos en invierno, así todos estaban calentitos y soplaba fuerte en verano y todo el grano del pueblo lo molían en un periquete. Amador comía, cenaba y hasta tenía pasteles de postre. Don Rodrigo y Doña Jimena rieron felices en su castillo, junto con todo su pueblo.
FIN
LOS SIETE MOLINOS
Marcos Cañego Mota (Accesit 2-Categoría Infantil, Mota del Cuervo)
Érase una vez, hace muchos, muchísimos años, una aldea, muy humilde en el que casi toda la gente se dedicaba a la agricultura y a la molinería. Vivían aterrados por los molinos que rodeaban la aldea. Eran siete grandes y hermosos molinos, que por el día molían y molían, pero por la noche se transformaban en temibles monstruos. Sus aspas se volvían grandes garras, sus ventanas se convertían en enormes ojos y la puerta se transformaba en una temible boca que se abría y cerraba sin parar. Los aldeanos habían intentado huir pero cuando los molinos se transformaban, allá donde estuviesen aquellos aldeanos, el molino con sus grandes y largas garras los cogía y los volvía a atraer a la aldea.
A la gente que intentaba escapar, los molinos los hacían de trabajar muy duro. Daba lo mismo que fuesen niños, jóvenes o ancianos. Una mañana todo el pueblo se reunió en la casa de Marcelino, que era el más viejo y sabio de la aldea. Allí la gente decidió hacer un plan para solucionar el problema.
- Marcelino, necesitamos tu ayuda.
El anciano se levantó de la silla y les dijo:
- Se lo que os pasa, si destruimos los molinos nos quedamos sin comida, pero si no los destruimos, así no podemos vivir.
- ¿Entonces, qué hacemos?
-Estoy creando una pócima anti-monstruos y voy a necesitar vuestra ayuda.
- ¡ Vale ! Gritamos todos.
- Sólo tenéis que marcar una cruz en cada molino, con la pócima, cuando se vayan a transformar, si no, no valdrá.
Tras varios días de espera, la pócima estaba lista, Marcelino les avisó. Siete valientes hombres cogieron la pócima y cada uno se colocó detrás de un molino. En el momento justo los siete aldeanos marcaron la cruz encada molino. En ese momento los monstruos desaparecieron y toda la aldea empezó a dar saltos de alegría, habían conseguido eliminar a los monstruos que, durante siglos, los tenían atemorizados. A partir de entonces todos los aldeanos volvieron a ser felices. FIN
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