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Revista 18

Año de locuras … y de crudas realidades

  • III Época
  • Enero 2006
  • Por Aspas Manchegas
  • 138 lecturas

El 2005, año de luces y de sombras, de encuentros y despropósitos, de aciertos y de errores...; 2005, el año del Quijote... y de Sancho; año de locuras... y de crudas realidades, pero, a pesar de todo, del IV Centenario de la aparición, por vez primera, de la inmortal obra de Cervantes.
Muchas fueron las expectativas que se pusieron en este 2005, pero no se contó con “el calzador de la improvisación” que acompañan, en más ocasiones de las que sería deseable, las macro actividades culturales que, no nos engañemos, siguen siendo el gran caballo de batalla en la cada vez menos existente planificación estratégica – qu´est-ce que?- de las administraciones públicas.
Las aventuras del Sr. Quijano, que tanto han hecho por nuestra Tierra, son merecedoras de un homenaje a la altura de su bien ganada fama. No por realizar más actividades, ni por ocupar más espacios publicitarios, el bien ganado homenaje será de más calibre.
La calidad bien entendida, con una programación cultural adecuada a las necesidades de todos los públicos, y de todas las edades, es un “plato muy apetecible” que, aunque pudiera resultar escaso en cantidad, no deja indiferente a nadie; y ya se sabe: “lo bueno, si breve...”
Para mis sanchescas entendederas, la administración regional, que en un primer momento dejó que fuera Rocinante el que guiase los “hilos de la Aventura”, acertó de pleno cuando comprendió que las actividades culturales de este “año de la rima” debían basarse en la comprensión y buen gusto, y no tanto en espectaculares montajes; francamente, no imagino a Sir Elton John a lomos de Rocinante; aunque, bien pensado, quizás sobre Rucio... haría buen papel, dadas sus dimensiones corporales...; igual hemos encontrado al “otro yo” de Sancho Panza al otro lado del Canal de La Mancha, y resulta ser un lord inglés. Curiosa aventura ésta de Elton John en La Alcarria.
Como todos conocemos, D. Quijote también pasó por nuestro pueblo; no en vano aún se recuerdan las voces de Sancho en Las Cantarerías: “... mi señor, que no son gigantes, que son Molinos de Viento...”. Tanto fue así, que decidieron volver... y quisieron pasar de soslayo por “la Mota” donde, a pesar de no ser muy reconocidos, dejaron impronta entre sus fieles, que los hubo (y aún hoy los hay).
En ocasiones, la buena voluntad no es suficiente para lograr agasajar a quienes tanto merecen, y si bien todos quisimos ser partícipes de este año extraordinario, escasas han sido las concesiones voluntarias y desinteresadas. El 2005 debía ser un “todo Quijote”, hasta la saturación, porque, aun así, era la mejor manera de ofrecernos al Mundo, de presentar nuestras credenciales y de tratar de que nuestras costumbres fuesen bien conocidas allende nuestros límites municipales, regionales y nacionales. Finalmente, el 2005 fue un “Quijote” con verdes praderas y llanuras secas, en constante alternancia. Esfuerzo importante en tierra baldía.
Buena voluntad, sí, pero escaso seguimiento, especialmente por quienes echan de menos multitudinarias celebraciones, con espectáculos al aire libre y excusas para realizar grandes fastos en honor a... no se sabe qué; el caso es que los haya.
De poco sirven espectáculos como “Don Quijote cabalga de nuevo”, de La Recua Teatro, “Don Quijote de La Mancha”, de la Agrupación escénica La Ruina, perteneciente a la ONCE o la actividad “Quijotada 2005”, cuando quienes aparecen escondidos tras anónimos sobrenombres, mayormente en foros de internet donde abandonan a su suerte su maltrecho coeficiente intelectual, se dedican a criticar lo que no es criticable, que no es otra cosa que la buena voluntad institucional y asociativa, aunque esta última sólo de algunos y algunas.
Todos conocemos la extraña querencia de las instituciones locales hacia la planificación operativa, ejercicio habitual de improvisación sujeto a las corrientes de océanos superiores. Pero, aún siendo esta manera de gestionar posible objeto de debate, pues trátase de un elemento subjetivo, y aún si me apuran de preparación intelectual, no es negociable la buena voluntad de preparar actividades que nos recuerden que el 2005 estaba preparado para “sembrar Quijote”; el problema fue que, aun resultando un “cultivo de regadío”, acaso por la riqueza de la cosecha que se preveía, pocos fueron quiénes quisieron recoger, salvo “los de siempre”, compañeros y compañeras de auditorio y actividades culturales diversas.
Nos deja el quinto año de la vigésimo primera centuria, y con él se van las expectativas generadas, las ilusiones, las ganas y la emoción de ver aparecer tras la Sierra dos figuras conocidas, desfacedoras de entuertos y aficionadas a los entresijos manchegos. El último intento tuvo lugar el pasado 15 de octubre, con la Compañía de Teatro Clásico de Madrid. El Auditorio, como casi siempre, contó con escasa asistencia de público, a pesar de la gratuidad.
Sancho y Quijote quisieron acercarse a nuestra Mota, pero encontraron dificultades en cerebros abotargados por el fin de semana y los excesos, y no es sólo un problema de la juventud. La ignorancia, cuando nosotros somos protagonistas, se acrecienta y se lanzan a los vientos disparates que fusilan las caducas figuras de representantes cuatrienales que, por encima de cualquier consideración, desean trabajar por un futuro mejor.
Las partidas de ajedrez pueden jugarse de muchas maneras, y yo siempre abogaré por las que estén bien estructuradas y planificadas; pero aun siendo ésta una cuestión de gustos, y por tanto rebatible, es un hecho que puede darse jaque mate desde la improvisación.
El Año del Quijote quiso ser una fiesta, y se pusieron medios para ello –tal vez menos de los esperados-, pero vistos los resultados, ahora desde la atalaya del tiempo, pienso que pocas alforjas hacían falta para este viaje. “Requiescat in pace”. Viva la doctrina de la ignorancia.
CAPÍTULO VIII: “Donde se cuenta la extraña aventura de los Molinos de Viento de Mota del Cuervo, de lo que en ella aconteció, y de cómo Don Quijote y Sancho Panza desaparecieron de estas tierras, per secula seculorum”.

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