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Revista 15

El personaje llamado "El Roto"

  • III Época
  • Abril 2004. Extraordinario
  • Por Aspas Manchegas
  • 139 lecturas

Con el nombre de «El Roto» se ha hecho famoso el autor de unas conocidas viñetas, que no me atrevo a llamar humorísticas, porque creo que son algo más: oportuna actualidad y agudeza con alguna que otra gota ácida. Pero yo me propongo aquí decir algo sobre otro «Roto» (no sé si inspiración del primero) que forma parte del elenco de protagonistas menores de El Quijote de la Mancha. Efectivamente, en el capitulo XXIII de la universal obra, y de forma inesperada, aparece este hombre por Sierra Morena.

En nuestras Aulas Culturales, los talleres de literatura son frecuentes, y en uno de ellos se hizo célebre «El Roto» a través de una especie de concurso consistente en que cada participante habría de presentar a un personaje de El Quijote que no estuviera entre los principales protagonistas. Los datos que sobre el personaje elegido presentó el concursante eran más o menos estos: es visto por don Quijote, va vestido -porque así conviene a sus intenciones- con unas pieles llamadas coleto, porta en el singular atuendo por lo que se entiende que no es persona de ínfima calidad, de voz desentonada y bronca, y muy cortés. Se le podría llamar «El Roto» de la Mala figura (como a don Quijote el de la Triste Figura). Astroso caballero de la Sierra. No silencia su hambre.
Sin disimulo alguno pide de comer, y ya repleto, el quebrado individuo se dispone a dar toda clase de explicaciones al desconcertante caballero de la armadura, que con tanto ceremonial le había abrazado y «se tendió en el suelo, encima de la yerba y los demás hicieron lo mismo». Este detalle y actitud me ha recordado aquel sentido del ocio en Horacio, cuando decía: «Licet iacere modo sub antiqua ilice, modo in tenaci gramine». (Podemos tender nos más veces bajo una vieja encina y otras sobre la hierba tenaz).
Otros datos sobre la personalidad de este hombre los da él mismo: su nombre es Cardenio, es andaluz, de linaje noble, de padres ricos, de desventura tanta ... Este «Roto» excede, se sale de las acepciones personales de su adjetivo: no es licencioso, ni libre y desbaratado en sus costumbres y modos de vida (su apariencia, como luego explicará, es ritual y motivada por traiciones de amores y amistades); si se muestra cansado y agotado es por la misma razón, y tampoco es mal educado ni de modales groseros.
Mi Confederación fue una de las entidades convocantes del VI Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores (Valladolid, octubre 2.003, dedicado monográficamente a las dependencias) y allí me propuse, muy modestamente, sacar a colación, no pensando en «El Roto» jóven y cervantino, pero si en los «Rotos» de más edad, el contenido de un concepto usado en física, conocido como «resiliencia». Se entiende por tal la resistencia que oponen los cuerpos a la rotura por choque o percusión. La rotura, he aquí la cuestión.
Hablamos de estado de bienestar, de calidad de vida, etc., pero a última hora hemos de convenir que nuestra sociedad actual es la sociedad del riesgo casi permanente, evidenciado por la fragilidad. La rotura, en la forma que sea, el desarraigo, la soledad, la dependencia, en una palabra, pueden estar a la vuelta de la esquina de cada uno. Es preciso por lo tanto, que cada persona con dependencia, sobre todo si, es mayor, se vaya revistiendo a base de programas adecuados y de nuevos profesionales , de una capa abundante de resiliencia, para ver la vida con la alegría que el joven «Roto» cervantino, circunstancialmente, no ve en el momento comentado, pero que pronto tendrá la posibilidad de hacerlo. A los mayores con alguna «rotura» esa posibilidad es más escasa.

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