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Revista 14

Ciudad de Monipodio (*)

  • III Época
  • Septiembre 2003. Extraordinario
  • Por Aspas Manchegas
  • 135 lecturas


Se presenta el domingo hipotecario,
con sudor escocés en las palabras.
La alfombra es una feria provinciana
de náusea y tiovivo en mis zapatos.
La noche se quedó en el bachiller
Carrasco cercado de colillas,
metido a disfraz y componendas,
sobre güisqui y tabaco americano.
Compruebo padecer hiperdeseperanza
y decido vigilar mi analítica de melancolía.

-Don Quijote es un delgado diritambo.
Dulcinea, Esther Williams sin piscina.
Seguro que Cervantes odia a Rambo,
pienso. Necesito como agua una aspirina-


Me sorprendo en el rastrillo de domingo
y averiguo un par de cintas italianas
de música carroza y cuarentona.

-Rogaré, Come prima, La mañana,
Al di la, Chariot, Quinientas millas,
Il mondo, Sollozando en la capilla,
Hojas verdes, La Bámbola...Diana,
( Ya sabéis: La noche, Más, Te quiero tanto,
Eloise, Volare y otros llantos)


Adquiero un papelón de palomitas
un breve sobrecillo de mentiras.
Insulto el eco de un volvo genuino
que defeca en mis ojos de ginebra
grises livideces turbocompresadas.
Empujo los vaqueros hacia el barrio
y silbo entre dientes a Modugno.
Llueve ahora. Me suena la ausencia
intestinal junto al silencio
y la nuez entra en trance de cerveza.
Estrujo el papelón.Relamo el labio.
Se insinúa un quiosco revistero
y me obsequia seis de tetazas europeas.
( Hago cábalas y apuestas imposibles
sobre hazañas sexuales de ocasión
y otros axiomas). La nuez insiste
y el complot de las tripas se delata.
Dan las tres en el cuco de mi vientre
y remato la excursión festivalera;
me acomodo el pantalón y el vacío
del bolsillo delantero izquierdo;
toso un poco en el portal,
rasco la nuez y espero el montacargas;
asciendo, en cuerpo y alma asciendo
al séptimo derecha. Arriba, el otoño
me deplora en forma de gotera. Entro. Cuatro
llaves de mi reino necesarias. Un tresdós
para uno, y casi ochenta mil
versos violados con nocturnidad
y sin preservativo. Acomodo los ojos
a lo igual de mis paredes de inquilino.
Pongo Hojas Verdes a freír olvidos en cassette
y me adormilo. Sueño poemas de Borges
y de Rilke. La radio me despierta con sucesos:
el Madrid gana tres cero en Balaídos.
La tarde es de púrpura y ginebra. El sol,
de corpore in sepulto en las aceras,
sin más funeral que la distancia
insolidaria de tres millones largos de vecinos.
Abro el balcón a la ciudad y aspiro
fastidio resignado en caravana,
transitorias ilusiones esquilmadas
en la trampa redentora de otro día
signado de rojo y esperanza.

Me quedo al contrapunto de la luz
violeta, del inmenso y delgado parpadeo
que hace frente a la noche en las ventanas.
Leo a Rilke en su página 22 y edad
de treinta años:

¡Oh, cómo, con qué llanto/
nos hemos acariciado hombros y párpados!/
Y la noche se ocultaba en los cuartos/
como un animal herido, transido por nosotros de dolor./


Dejo a Rilke y tomo Larios
con limón. Me ceno Aznavour en singuel
con café. Recuerdo al bachiller
Carrasco, a Esther Williams, el tres cero del Madrid...
añado una aspirina y otra más. El flexo
apago. Me pesa el lecho. Me cuelga
a tristeza del colchón y tiembla
el neón de la ciudad en los cristales.
Me escondo más al fondo del pijama
y apuesto por mañana, porque mañana
será lunes.

(*) Premio "Lugar de Don Quijote" del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba en 1995

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