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Revista 13

DE CÓMO D. QUIJOTE Y SANCHO "SE SIENTEN" ACOMPAÑADOS POR UN PEREGRINO

  • III Época
  • Febrero 2003. Extraordinario
  • Por Aspas Manchegas
  • 135 lecturas

Acaban de cumplir una de sus numerosas "aventuras" en algún lugar de la Mancha, y D. Quijote y Sancho cabalgan de nuevo por sus llanuras. Actitud de constante peregrinar muy del gusto de los caballeros andantes y especialmente tradicional en la fe cristiana. Nos tendríamos que remontar a la vivencia del Éxodo por el pueblo de Israel, más aún a la llamada de Abraham, " el eterno nómada" para encontrar las raíces bíblicas de esta espíritu peregrino. "Sal de tu tierra..." le dice Dios a Abraham. "Sal de ti mismo" dirá Jesucristo a sus apóstoles y sígueme.

Se ha escrito poco de este aspecto esencial en el desarrollo de la novela. D. Quijote, rompe con toda su historia y se lanza como un peregrino nómada, a "desfacer entuertos", hoy diríamos a "entregar su vida en busca de la justicia, la verdad y el bien". En la tradición cristiana, como hemos visto apoyada en la revelación, y sobre todo en los relatos de los evangelistas: Lucas plantea todo su evangelio como un "peregrinar" de Jesucristo de Galilea a Jerusalén, se ha entendido la vida del hombre como un peregrinar, acompañado siempre por Cristo, el verdadero Camino.

Apoyado en esta realidad, me he permitido hacer esta recreación, apoyándome en el relato de Lucas (Lc 24,13-35), conocido como la aparición a los discípulos de Emaus. Mi intento es muy sencillo: ayudarnos a descubrir la vivencia profunda de fe cristiana que subyace en la obra cervantina. ¿Podría entenderse la universal intuición cervantina, que ha convertido a sus dos personajes: D. Quijote y Sancho, en prototipo del ser humano, sin un ingrediente profundo de fe cristiana? Algo, para mí, lógico y natural, si tenemos presente el momento y la época en que Cervantes escribió su inmortal novela.

- "Es lamentable, Sancho, tantas ilusiones puestas, tanto amor derrochado en mi alma, y sólo nos vamos encontrando con malandrines y bellacos" exclama D. Quijote

- Tenga presente, mi señor - contesta Sancho - que "genio y figura hasta la sepultura" y " de tal palo tal astilla", ¿qué podemos esperar de la miseria del hombre, de lo que es, da pruebas. Quítese tantas y tantas "ensoñaciones" de la cabeza y volvamos a la realidad de la vida, no nos queda largo El Toboso .

- Abandonar nuestro viaje, nunca. Me tendrían que sacar las mismas entrañas para que yo abandonará el ideal al que he entregado mi vida. Pero he de reconocer, Sancho, que después de los últimos lances, siento dentro de mí la tentación de volver a la paz y el calor de mi casa y de los amigos.


Parroquia de San Miguel Arcángel - Mota del Cuervo.


Al remontar una loma del camino, nuestro caballero y su escudero, alcanzan a un peregrino que avanza a pie por el camino polvoriento. Parece buscar compañía para andar el camino.

- A la paz de Dios, buen hombre, - saluda D. Quijote - es siempre grato poder gozar de la compañía de un caminante por estos largos caminos. Si queréis podéis acompañarnos.
Sobre todo si sois algo conocedor de estas tierras - no tendríamos inconveniente en seguiros según el rumbo que llevéis.

- Nosotros llevamos ya muchos días de caminantes. En estos momentos - dice D. Quijote - nos parece que caminamos sin rumbo y sin motivo. Lo que motivó nuestro caminar, lo que colmó de ilusión nuestro "despojo" de tantas cosas superfluas, ahora parece carecer de sentido. Llevamos muy adormecida nuestra primitiva ilusión. Nosotros esperábamos encontrar muchas ocasiones de arreglar injusticias y mentiras, y al final hemos salido malparados del intento.

- No es por los frutos que recoge el caminante - responde el peregrino - por lo que hay que enjuiciar el valor del caminar. Lo importante es haber roto con la monotonía de la vida y buscarle un sentido, abiertos a lo imprevisto, siempre con el empeño de hacer el bien a quien encontremos.

- Pero te pueden tomar por "tonto o visionario" - responde Sancho - la vida real está llena de mentiras. Si yo me ilusiono con llevar el bien, tengo el peligro de deformar la realidad de las personas y "ver gigantes donde sólo existen molinos".

- ¿ Y dónde está la verdad de las personas? ¿En lo que aparentan ser - pregunta el peregrino - o en lo que son en realidad? El que ha dejado atrás el "apetecible" fardo de sus pertenencias y su "historia" y se lanza a buscar el lado bueno de la vida, y ve a las personas no por lo que aparece en exterior, sino por lo que llevan en el corazón, se entiende la vida como "caballero andante", como alguien que vive su vida enraizada en un amor "sublimado", aunque luego en la realidad rutinaria de la vida aparente que no es real. La realidad siempre está escondida en el corazón del hombre.

- ¡Pardiéz! - exclama D. Quijote - que dice vuesa merced palabras llenas de una sabiduria especial. A menudo la maldad y la pobreza del hombre nos golpea e intenta derrotar nuestro empeño de peregrinos. Intenta volverte a "la-cordura" y hacerte egoista, indiferente e interesado. Pero mi vida se debe a un ideal de amor. Todo lo que veo lo hago a través de mi "consagración total" a la consecución de este amor, que muchos dicen que es una ilusión de "visionario", pero que a mí me impulsa a mirar la realidad con ojos siempre de bien.

- Muy bien hablado, caballero, no caigáis nunca en el desaliento, a pesar de que las personas con que os encontreis os tomen por loco o visionario. Yo diría más bien que vuestra locura es fruto de vuestra limpieza de corazón. Y aquí está la felicidad.

- Pero así no hay quien pueda vivir - exclama confundido Sancho - mirad en la situación que caminamos. Sin nada en la talega, ni la alforja; con las ropas rotas y sucias y sin un lugar para dirigir nuestros pasos. Todo hombre necesita un lugar para vivir, un sustento que le asegure la vida y unas personas que velen por su vida y salud ¿Qué vamos a conseguir, siguiendo caminado como perdidos peregrinos?

- El que camina, para instalarse en un lugar, pierde el rumbo de su vida, - replica el peregrino - porque se queda mirándose siempre a sí mismo y vive entonces de sus apetencias. El corazón del hombre tiene que ser siempre "caballero andante" en busca de cambiar la realidad aparente. Hace ya muchos años se escribió que mediante este caminar se logra la aparición de un reino, sin reyes, duques ni marqueses, pero lleno de corazones abiertos a la utopía del amor compartido.

- Me siento inflamado de nuevo en mi ideal, amigo peregrino, - grita D. Quijote - ya tenía yo ganas de escuchar esas palabras en la boca de un caminante. Espero que me digáis vuestro nombre y vuestro rango, para que pueda rendiros pleitesía y ofreceros algunas de mis futuras hazañas.

- Mi nombre, caballero, lo llevas escrito en el fondo del corazón - contesta el peregrino -. Lucha siempre por ser tú mismo, ignoro igualmente como os llamáis, pero en tu corazón y en el mío están escritos nuestros nombres, muy unidos. Espero que el caminar poco a poco los vaya clarificando. Y ahora, perdonad, creo que mi rumbo me lleva a tomar este atajo del camino...

D. Quijote y Sancho se quedan con la palabra en la boca - se les ha perdido el peregrino, ¿ o acaso lo llevan dentro del corazón? D. Quijote, eufórico comienza a declamar su ideal. Sancho, pensativo, va rumiando muchas de las palabras del peregrino que no ha sido capaz de entender.

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