Revista 13
Más apoyo económico y educativo al oficio de Restaurador de Molinos
- III Época
- Febrero 2003. Extraordinario
- Por Aspas Manchegas
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Decir en síntesis lo que supone en la vida del hombre un determinado trabajo, es siempre complejo y relativo, ya que por trabajo entendemos todo aquello que supone un esfuerzo físico muscular, o en su caso intelectual, incluso hay veces que se conjugan ambos casos, cosa, a mi entender, que supone un complemento perfecto en la realización como hombre, que obligado debe estar con su fin evolutivo.
El resumir que la labor, como artesano, que remedia los males que el deterioro del tiempo incuba en los molinos, sean de viento o hidráulicos, así como el dar nueva vida a otros que nacen colmados de esperanza, no tiene cabida en lo que es la vida de un empresario, yo jamás me consideré empresario como tal, sino creador de algo que entiendo como más sublime y lo digo con todo respeto a lo mucho de noble, que tiene el ser empresario, oficio que también merece un profundo análisis.
Así que convenimos que siempre hablaré,como artesano, y no como empresario, con lo cual creo haber respondido a la pregunta sobre el oficio de Carpintero y Restaurador Molinero. Puesto que de molinos estamos hablando, y nacidos somos al abrigo de sus torres, obligado es el que nos ocupemos de lo problemático de su conservación, Dificultad de enorme dimensión es la reivindicación de la falta de profesionales; cualificados para realizar una restauración ortodoxa y digna, experiencia, como profesional de tal menester, me tiene enseñado que no basta con ser un buen carpintero, es insuficiente si no se poseen unos conocimientos intelectuales y científicos de lo que es este arte molinero.
La última transformación evolutiva de los molinos de viento empezó a partir del catastro del Marqués de la Ensenada, y se estabilizó allá por la tercera década del siglo XIX. En esos ochenta años aproximadamente, los artesanos que yo llamo ingenieros (aun careciendo de este título), corrigieron inclinaciones y grados hasta conseguir un dinamismo con los comportamientos del viento, el empuje por aspa según las distintas velocidades del viento, las determinadas vueltas de las muelas según su diámetro que son convenientes para una buena molturación, y el porqué de dar vueltas siempre a izquierdas sus aspas, y muchas técnicas más que intervienen formando todo un compendio que hace de un molino una ingeniosa máquina de molturar digna de admiración.
Queda demostrado, pues, que hay que ser algo más que un buen carpintero, para trabajar en la recuperación de este rico patrimonio. Hay que conocer hasta el último detalle científico de las entrañas molineras, y estos conocimientos, por desgracia, no viven con los artesanos de hoy y ahí empieza y termina el problema.
Después de lo expuesto queda diafanamente deducida, la necesidad de toda protección a cualquier restauración, si queremos que cumpla la función didáctica que entre otras se desea de los molinos. Las generaciones venideras encargadas de la conservación de este bello legado, están obligadas a una formación completa antes de acometer actuaciones irresponsables que adulteren la realidad histórica de la preindustria molinera.
Corresponde a las autoridades las exigencias de que las inversiones sean correspondidas con, unos trabajos dignos y perfectos, acordes en todo momento con la tipología de la zona, donde se vayan a realizar, siendo dichas inversiones generosas al tiempo en la cuantía de las asignaciones. Hagamos, pues, en colaboración estrecha que nuestro patrimonio cultural florezca como merece, y no nazca enfermizo para al poco tiempo perecer en las tinieblas del olvido.
Yo hasta pienso si la Universidad no tendría algo que decir respecto a la formación de profesionales y no quiero comprometerme más con esta cuna del saber.
Repito que los que rehabilitamos este patrimonio viajamos con una conciencia muy comprometida con la realidad molinera, y que no es otra que la de vestir nuestros molinos con la dignidad histórica que nos reclaman, sin humillarlos con restauraciones ajenas e impuras y repelentes a su rancia existencia. Esperando quedo que este lenguaje molinero, como antes dije, sea entendido a niveles universitarios.
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